En nuestro país la infección urinaria se encuentra entre uno de los 10 problemas de salud más importantes.
A diferencia de los varones, que tienen una probabilidad de presentar infecciones urinarias alrededor del 1% y llegar a un 20% en pacientes mayores de 50 años por el crecimiento prostático. En las mujeres entre el 50 a 60 % sufrirá de al menos una infección urinaria durante su vida y aproximadamente el 20 a 30% sufrirá de infecciones recurrentes. Por definición, se llama infección recurrente si tiene dos episodios en un periodo de 6 meses o 3 episodios en un año.
Es considerado un problema de salud pública no solo por las implicaciones del compromiso de la salud de la mujer, también está el uso frecuente e indiscriminado de antibióticos que genera mayor resistencia bacteriana. La afectación de la economía por los gastos en tratamientos y pérdida de horas laborales. Por último, y no menos importante las implicaciones sociales, afectando la calidad de vida y relación de pareja.
¿Por qué tenemos mayor probabilidad de infecciones urinarias las mujeres?
La anatomía de la mujer a diferencia del hombre presenta una uretra (conducto de salida de la orinar) más corta y cercano a la vagina y región perianal. Esto favorece la migración de las bacterias hacia la vejiga. Una de las barreras más importantes para evitar que las bacterias lleguen a vejiga es el pH ácido del área vaginal, esto se debe a la presencia de lactobacilos.
Las causas más comunes de las infecciones del tracto urinario son los cambios en el pH vaginal y la infección local debido a la transferencia de microbios desde el perineo, lo que lleva a la colonización de la zona alrededor de la uretral. El aseo inadecuado de la región perianal (limpiar de atrás hacia adelante) y el uso de duchas vaginales y óvulos de “limpieza” sin indicación médica, barre la flora normal de la vagina (lactobacilos) y altera su pH. Estos son dos errores frecuentes que cometemos las mujeres.
Otro factor predisponente es la falta de estrógeno, la menopausia se asocia con una disminución dramática en la producción de estrógenos, el epitelio de la vagina experimenta cambios atróficos que hacen a la uretra estructuralmente vulnerable.
Las contracciones del detrusor (músculo de la vejiga) y el flujo de orina producido impide la colonización de la vejiga por las bacterias. Costumbres inadecuadas como posponer la ida al baño crean una vejiga perezosa que no se puede contraer adecuadamente para eliminar la orina. Posiciones inadecuadas para orinar no permiten que los músculos del piso pélvico se relajen y alteran el flujo urinario. El flujo urinario es favorecido por la ingesta de líquido, una mujer debe orinar un promedio de 6 veces durante el día, esto disminuye la probabilidad de colonización bacteriana.
En mujeres con infecciones recurrentes el tratamiento agudo de la infección urinaria es insuficiente y debe ser acompañado por medidas profilácticas para disminuir las recurrencias.
Lo primero que se debe hacer es modificación de los malos hábitos, si estos no son suficientes entonces se debe recurrir a tratamientos con sustancias no antimicrobiana para disminuir recurrencias sin alterar la flora normal y evitar promover mayor resistencia bacteriana. En mujeres posmenopáusicas está indicado el uso de estrógeno vaginal.
Si a pesar de estas medidas no se logran cambios satisfactorios o los cuadros de cistitis son muy sintomáticos y repetidos se debe considerar profilaxis antimicrobiana.
Dra. Celeste Alston
Urología general
Urología pediátrica
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